Por qué intento no ir de boda

Pareja, Reflexiones | 10 Comentarios

Ir de boda

Asitir (o no) a una boda es una pregunta interesante que no siempre nos hacemos cuando nos invitan, pues sentimos la obligación de ir.

Se lo he tratado de explicar a mi hermana (este año se han casado dos de sus hijos y no he asistido) y a la hija de una de mis amigas más queridas cuando decliné su invitación de boda.

Cada persona piensa de una manera en función de su lugar de nacimiento, las ideas de sus progenitores, educadores y amistades, su propia experiencia, lecturas, conversaciones… y es muy respetable; como también lo es cuestionar la propia opinión.

En mi caso, prefiero no ir de boda porque creo que…

El amor romántico perjudica seriamente las relaciones sexoafectivas

El amor romántico (y más cuando está asociado al matrimonio) es un artefacto inventado hace relativamente poco y tiene unas consecuencias no siempre positivas, ya que pretende ser eterno, exclusivo, estar por encima del resto de relaciones, idealiza al ser amado…, y al ser esto quimeras, genera falsas expectativas, infidelidades y muchas neurosis.

¿Qué porcentaje de tus angustias vitales tienen (o han tenido) que ver con “la pareja”?

Por los encajes de ambas personalidades, caracteres, costumbres… y, cuando no hay pareja, porque se busca o se anhela (quien lo hace).

Para profundizar en el tema te recomiendo el libro:Crítica del pensamiento amoroso de Mari Luz Esteban.

El matrimonio es un dispositivo antinatural

Se inventó para reprimir el instinto de las hembras de dejarse inseminar por varios y que la selección natural se produjera en las trompas de Falopio; el dispositivo «aseguraba» que la descendencia viniera del marido y que la herencia no la recibiera “otra sangre”.

En la mayoría de los tiempos (ya es más igualitario), los hombres han podido tener actividad sexual fuera del matrimonio a través de la prostitución, amantes u otras esposas.

Para profundizar en este tema es muy interesante En el principio era el sexo. de Jethá y Ryan.

El matrimonio terminó, en gran medida, con la vida comunitaria en la que los cuidados los realizaba la comunidad en su conjunto y estos recayeron en la madre, a la que se aisló del resto y se ancló a un hogar (no siempre armonioso) en el que las tareas se multiplicaban sin fin y su ejecución no se valoraba ni, por tanto, se remuneraba.

Ir de boda supone un consumo grande de vestidos, viajes, comida, bebida…

Y eso choca con uno de mis principios básicos: necesitar y consumir menos. Es la idea fundamental en la que se basa mi compromiso (y activismo) ecológico.

Además no me gusta disfrazarme 🙂

Cada cual tiene derecho a hacer las cosas como considere, pero yo no deseo participar en ello.

Las bodas generan muchos malestares relacionados con el dinero y con el poder

Al suponer unos gastos y una organización extraordinarias, ponen encima de la mesa cuestiones como:

  • Quién paga la fiesta (y por tanto, quién tiene la cuenta más grande. Hay personas que, directamente, no pueden gastar nada y lo pasan mal),
  • quién toma las decisiones y en función de qué,
  • a quién se invita y a quién no,
  • cómo de formal se hace,
  • con qué rito se celebra, (muchas veces esta elección tiene más que ver con la estética que con las creencias y prácticas de los contrayentes),
  • voy o no voy (en caso de recibir la invitación),
  • qué cantidad hay que regalar…

Y esas cuestiones generan malestares que, a veces, dejan heridas familiares que luego se arrastran en la convivencia.

Los viajes asociados y los estándares de los regalos sobrepasan mi capacidad económica

Para estar en línea con lo que se espera, si tuviera que asistir a las bodas de mis dieciseis sobrin@as y l@s numeros@s hij@s de mis amigas (la mayoría en edad de merecer) que han arrancado fuerte este año, tendría que endeudarme

El importe de los viajes y regalos caería sobre mí como una losa que no deseo autoimponerme.

Muchos derechos están basados en el matrimonio

Empezando por la casilla “estado civil” que aparece en la mayoría de documentos y que implica el derecho (o no) a vivir en otro país o a recibir una pensión o una herencia; la arquitectura de las casas y los hoteles dejan fuera otras formas de convivencia.

Yo me tuve que casar en su día, a pesar de no querer, pues nos íbamos a trabajar a otro país y habría sido imposible arreglar los permisos sin un matrimonio de por medio, además de que habría producido un cisma familiar.

Lo mismo le sucede a mi hija: se va a vivir al país de su novio y no puede quedarse allí sin casarse. A esa boda (afortunadamente es algo muy sencillo), sí voy a asistir, por eso en el título he puesto la palabra “intento”, porque trato de no ir, pero tampoco quiero ser integrista.

El matrimonio como forma hegemónica de relación, invisibiliza otras formas de entender el amor y las relaciones familiares y comunitarias.

Cada cual celebra en la vida aquello que le emociona; yo prefiero no asistir a las celebraciones de boda, lo que no quita que tenga un afecto profundo por l@s novi@s y sus allegad@s.

Chin chin.

Ojalá sean felices y coman perdices, pues lo que viene después de la fiesta es un reto enorme que solo superan el 50% de las parejas.

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10 Comentarios

  1. Gina

    Gracias! Por fin un buen artículo

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Gracias a ti, Gina. Un gusto saludarte.

      Responder
  2. Ivan

    Hola Natalia, fue un placer leer tu artículo.

    En un mes nos vamos a unir en matrimonio con mi novia y no había tenido una mirada del matrimonio como la planteas.

    Al leer tu artículo pude ver muchas cosas que van sucediendo y otras que de las que sí estuve al tanto.

    Te agradezco porque tú artículo no solo me dió una nueva perspectiva, sino que también me volvió a confirmar que esta decisión de unirme con mi novia no es solo por un amor romántico o por costumbres, es porque estoy dispuesto a amarla hasta que se termine mi vida en este mundo.

    Saludos desde Argentina 🇦🇷🇦🇷👋

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Qué bonita aportación, Iván.

      Os deseo un feliz matrimonio y que lo paséis genial en la boda. El que yo prefiera no ir, importa bastante poco, cada cual hace lo que mejor le parece. Igual creo que antes de dar el paso está bien cuestionárselo, que es lo que has hecho tú.

      Un abrazo a los dos.

      Responder
  3. Oscar Durán Yates

    Hola Natalia,
    ¡Qué alegría leerte!
    Me ha encantado tu artículo.

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Qué bueno saber de ti!!!
      Te respondo por mail.
      Abrazo

      Responder
  4. Silvia_Waykiki

    Hola Bella!!! Has puesto en palabras mis pensamientos y creencias!!! Tremendo!!! Un abrazote 🙏🏼🪲💚

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Hola Silvia. Un gusto saludarte y saber que otras personas piensan parecido. Te mando un fuerte abrazo.

      Responder
  5. Miguel

    De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Por supuesto suscribo el total de lo dicho. Un saludo y mucha suerte.

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Gracias Miguel. Supongo que es porque estamos de acuerdo. Ja ja ja.

      En cualquier caso es interesante reconsiderar algunas costumbres que aceptamos sin cuestionar.

      Un abrazo

      Responder

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