Métete el manos libres por la oreja

Métete el manos libres por la oreja

Mi hermana María me pidió que le ayudara a pensar en una frase ingeniosa para pedirle a la gente que no hable con el manos libres en un lugar público, es decir, donde haya otros a los que pueda molestar.

La distancia de seguridad para eso es mucho mayor que para el Covid, yo diría que unos diez metros si se habla bajito.

No me salía nada. No es fácil, si se te ocurre algo, déjalo en los comentarios.

Pensé en la siguiente:

“Perdona, tu manos libres interfiere con mi… silencio”.

Se puede cambiar la palabra silencio por lo que aplique: conversación, concentración, escritura, lectura, contemplación…

También podría ser una palabra más fuerte:

“Tu manos libres mutila el sonido del entorno”.

“¿Y a mí qué?” te puede decir el manos-libres-parlante.

Tal vez se le pueda responder:

Si no te metes el manos libres por la oreja (los auriculares son una buena vaselina) no nos dejas:

Escuchar a esa persona que tiene una familiar muy querido enfermo.

Escribir un mensaje lleno de humor y sentido para ver si ese ser especial nos abre un hueco en su tiempo.

Reflexionar sobre la evolución de las especies.

Pasar al siguiente nivel del juego favorito (al que, por supuesto, juego con cascos).

Buscar la forma de salvar la vida (la tuya incluida) cuando esto se vaya a la mierda.

Dejarse atrapar por las palabras de este libro que contiene una vida remota y al mismo tiempo cercana.

Recordar esa caricia que pone los vellos de punta y reconcilia con la vida…

Si hablas en manos libres, nos estás robando momentos mágicos a los de tu entorno.

Estás invadiendo el espacio sonoro de los demás e interfiriendo negativamente en sus vidas.

No sé si esto ayuda a entender lo molesto que resulta, pero sí sé que cuando a una persona le explicas el porqué de una petición, hace caso un 30% más que si no lo haces.

Esto lo demostró Ellen Langer, psicóloga de Harvard.

Al menos si duda, ese 30% puede ser lo que decida…

Un día, hablando con un amigo de la poca importancia que le damos en algunas latitudes a la contaminación acústica, me contó muy enfadado que sus vecinos habían sacado la televisión, con sus buenos altavoces, a la terraza y él ya no podía disfrutar de la suya.

“¿Qué has hecho, has puesto música más fuerte?”, le pregunté.

“No”, me dijo con cara de pillo y una risa malvada, “he juntado en un cubo restos viejos de pescado y, cuando me he ido, lo he dejado abierto muy cerca de su terraza”.

Me reí.

Es una forma de mandarle el mensaje en otro sentido, o a través de otro sentido. 🙂

No sé si ese vecino sonoinvasor captará el mensaje, pero es seguro que no le apetecerá ver la tele en la terraza.

Con lo sencillo que sería que se pusieran auriculares para ver la televisión al fresco sin mutilar el espacio sonoro del resto.

Ya sabes:

Si eres de l@s que vas invadiendo a los demás con tus conversaciones, por favor, ¡ponte auriculares!

Así los demás no se enteran forzosamente de tu apasionante vida, de si tienes que pasear al perro o de si tu amigo te dijo no sé qué…

Si alguien anda cerca molestando con su ruido y la frase “tu manos libres interfiere con loquesea” no te da resultado, puedes probar a ponerle una raspa de sardina o unos calcetines sucios en la nariz, a ver si así comprende…

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