Libros sobre el arte de caminar

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Libros sobre el arte de caminar

Llevo mucho tiempo leyendo libros sobre el arte de caminar y sobre cómo te conecta con la naturaleza. Yo lo experimento a diario.

La pulsión del camino crece en mí desde hace tiempo.

– Walden, de Henry David Thoreau

Al primero que leí fue a Thoreau y su famoso Walden.

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Su observación de la naturaleza es meticulosa y lúcida, pero me habían hablado tan bien de él que me decepcionó un poco con sus cálculos monetarios y sus idas y venidas a la civilización a por comida y sexo.

Ahora me veo yo haciendo cálculos de pesos y de euros para mi próximo viaje A pie y me doy cuenta de que cuando partes de viaje, incluso cuando arrancas una relación o un proyecto, es interesante ir con lo mínimo imprescindible.

Thoreau me ayudó a pensar en partir:

“Levántate libre de preocupaciones antes de que amanezca y corre en busca de aventuras. Que el mediodía te encuentre a la orilla de otros lagos, y que cuando te sorprenda la noche halles por doquier tu hogar”.

También me mostró la naturaleza con mayor precisión y me invitó a profundizar en ella.

– El arte de caminar, de Henry David Thoreau

Tengo pendiente leer El arte de caminar, del mismo autor, que sostiene que emprender caminatas con frecuencia es algo esencial para mantener una relación saludable con una misma y con el planeta. ¡Buena falta nos hace, a las personas y al planeta!

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– El segundo sexo, de Simone de Beauvoir

Luego leí a Simone; la leí mucho y me interesaban sus paseos por el monte. ¡Que motivador identificarme con ella, que al igual que yo, caminaba y escribía!

Los referentes son como mojones que ayudan a saber dónde está una.

Su Segundo sexo hablaba del camino femenino y ella, por su parte, lo recorría libremente.

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De alguna forma, mi senda actual implica la ocupación del espacio público, de ese monte al que nos han aconsejado siempre no ir solas.

De hecho, con cierta frecuencia me encuentro con alguien que me pregunta: “¿no te da miedo ir sola?”.

Creo que no lo harían si fuera hombre.

[piopialo vcboxed=»1″]¿Por qué todavía, en el siglo XXI, tenemos que sentir miedo al caminar solas por el mundo?[/piopialo]

– Elogio del caminar, de David Le Breton

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“Al principio del viaje hay un sueño, un proyecto, una intención. Unos nombres que excitan la imaginación; una llamada al camino, al bosque, al desierto; la intención de evadirse de lo ordinario para una escapada de unas cuantas horas o de unos cuantos años”.

También me abrió los ojos en cuanto a la persona que camina: de qué forma es testigo de la vida con su pasar, pero no pertenece a ella, interactúa poco y no deja mucho rastro (si es limpito y respetuoso).

“El caminante es una persona del intersticio y del intervalo, de lo que está entre las cosas, pues al tomar las rutas secundarias se sitúa en la ambivalencia de estar a la vez dentro y fuera, aquí y allí. 

Me gustó acompañarle en su paseo, con su mirada aguda y sus pensamientos indagadores.

[piopialo vcboxed=»1″]Tengo claro que caminar afina la mirada.[/piopialo]

Y lo hace de igual forma si se recorren diferentes paisajes, o si se camina por el mismo cada día y lo que se mueve, se transforma y viaja, es el propio paisaje con sus cambios de estaciones.

– El arte de caminar, de Thich Nhat Hanh

Cuando leí a Thich Nhat Hahn, entendí la quintaesencia de caminar de forma consciente.

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“Caminamos lentamente y relajados, con una ligera sonrisa en los labios. Al hacerlo, sentimos un profundo bienestar y nuestros pasos son los de alguien que se siente totalmente seguro sobre la Tierra. Todo nuestro sufrimiento y ansiedad desaparecen y el corazón se llena de paz y alegría.”

Explicaba esa noción de seguridad que yo había sentido en el contacto con la naturaleza y cómo los árboles parecían peinar mis pensamientos y quedarse con los más lúgubres dejándome en calma.

– El Sendero de la sal, de Raynor Winn

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Como dice la sinopsis:

“En pocos días, Raynor se queda sin casa, sin trabajo y descubre que su marido de 32 años sufre una enfermedad terminal. Sin nada que perder y con poco tiempo, deciden caminar las 630 millas de la ruta costera del suroeste: de Somerset a Dorset. Casi sin dinero para comida y llevando solo lo esencial para sobrevivir a sus espaldas, viven salvajes en el antiguo y degradado paisaje de acantilados, mar y cielo”. 

No es una escritura que me encante, pero lo pasé muy bien leyéndola, sentí sus penurias, sus alegrías, sentí que se podía dormir allí donde te pillara la noche.

Creo que a partir de ese libro se empezó a gestar en mí la idea de salir de casa con una mochila e ir hacia Francia o a dónde me llevara la vida.

– El clamor de los bosques, de Richard Powers

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Sentí la urgencia de escuchar la naturaleza con mayor profundidad, viviéndola más de cerca, caminando con ella.

Algunas citas del libro:

Pag. 130

“El tronco se convierte en montones de metrópolis dispersas, redes de células unidas que laten con energía y sol líquido; el agua asciende a través de unos juncos largos y finos, los anillos se unen para formar tuberías que chupan minerales por los estrechos túneles de ramitas transparentes y por las puntas oscilantes mientras una sustancia hecha de sol desciende por las cañerías internas. Un ascensor espacial colosal, de gran alcance y extensible, formado por mil millones de elementos independientes que transporta el aire al cielo y almacena el cielo bajo tierra mientras extrae posibilidades de la nada: la obra más perfecta de código de autogeneración que podría ver”.

Pag. 155

“La fotosíntesis -le dice a sus estudiantes- es un milagro: una hazaña de ingeniería química que apuntala la catedral de la creación. Toda la aparatosidad de la vida en la Tierra es un polizón de ese acto mágico y sobrecogedor. El secreto de la vida: las plantas comen luz, aire y agua, y la energía almacenada se destina a elaborar y crear todas las cosas.

(…)

“Hace miles de millones de años, una única célula azarosa y autorreplicante aprendió a convertir una estéril bola de gas venenoso y escoria volcánica en este poblado jardín. Y todo lo que esperáis, teméis y amáis se hizo posible”.

Pag. 243

“…siente un zumbido procedente de la columna negra e imponente, averigua la respuesta. La rama solo quiere seguir bifurcándose. La gracia del juego es seguir jugando”.

Pag. 411

“La Tierra siempre va a ganar.”

Eso lo tenía claro antes de leer el libro por más que estropeemos el medio ambiente, la vida no peligra, peligramos muchas especies, pero una vez aniquiladas, ella volverá a reproducir otras vidas a partir de los fragmentos que dejemos.

Es la danza a la que estábamos invitados, pero nos emborrachamos de humanidad y destrozamos la pista de baile.

Ahora estoy leyendo

– Salvaje, de Cheryl Strayed

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Cheryl cuenta su caminata de 1.800 km por el Sendero de la cordillera Pacífica en Estados Unidos. Es una mujer 30 años más joven que yo, pero allí hay osos, serpientes cascabel, coyotes y otros bichos peligrosos.

– Sola y a pie. Un encuentro con la libertad

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Salí de casa caminando el 27 de mayo de 2022 con una mochila en dirección a Francia.

Recorrí las sierras castellanas, dormía sola en medio del monte, donde me pillara la noche. Fue fascinante.

Antes de salir, me esperaba el asombro que me producirían las montañas inmensas, el sonido hueco y reconfortante de la soledad, pero no había tenido en cuenta el factor humano: los inesperados y diversos encuentros convirtieron el viaje en una aventura que trenzaba vida y literatura, donde las palabras dieron al afecto una intensidad precisa que ahora te ofrezco.

La lectura y la escritura, las palabras y las historias, nos conectan como a los árboles sus raíces.

Una seleción de este artículo lo publiqué en Infolibros, en el artículo: Los mejores 5 libros sobre el arte de caminar que te ayudan a encontrarte.

2 Comentarios

  1. Verónica

    Espero que disfrutes de tu viaje tanto como lo hice yo hace un par de años. Mi viaje me llevó desde Cartagena hasta Ávila y me inspiró muchos de los post que escribí en mi web sobre las relaciones de pareja.

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Gracias!

      Responder

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