Escribir a mano es una cuestión de música

Escribir a mano es una cuestión de música

caligrafía, tomar apuntes a mano

Me ha resultado interesante la polémica sobre si los chavales deben tomar apuntes a mano o con el ordenador, a raíz de que el gobierno Finlandés, uno de los modelos educativos que mejores resultados tienen, ha eliminado la caligrafía de la enseñanza.

Agradezco a Enrique Dans (@edans), defensor acérrimo de la eliminación del papel en todos sitios, sus diferentes artículos sobre el tema, como el de Tomando apuntesEl que no solo se ocupe de lo más técnico de la técnica, sino también del lado más humano, provoca estas discusiones públicas sobre temas que nos importan.

En mi caso, como escritora, me paso muchas horas delante de una pantalla y considero que la informática es una excelente aliada:

  • Pone a nuestro disposición una gran parte del conocimiento humano.
  • Nos da la posibilidad de corregir y reordenar un texto fácilmente.
  • Nos permite crear una red de conocimiento a través de hipervínculos.
  • Facilita el enriquecimiento de los textos con material audiovisual.

Pero también hay diversos estudios científicos que muestran que:

  • El aprendizaje de la letra cursiva es una herramienta crucial para el desarrollo cognitivo.
  • El cerebro desarrolla una especialización por áreas que integra la sensación, el control del movimiento y el razonamiento.
  • Diversas áreas del cerebro se co-activan durante la escritura manual, lo que no sucede cuando se escribe en el teclado.
  • Fomenta la motricidad fina sobre los dedos.

Sin ninguna pretensión científica, me gustaría hablar de la escritura a mano desde mi humilde punto de vista, porque, para mí, no tiene tanto que ver con la ciencia sino más bien con la música y la creatividad.

[piopialo vcboxed=»1″]Hay algo que nos puede hacer replantearnos cuándo usar el teclado y cuándo la escritura manual: el ritmo.[/piopialo]

Yo traté en su día de pasarme al teclado en todas las fases de la escritura, hasta que entendí que cuando escribo a mano se produce una conexión profunda con mi ritmo vital, con mi tempo. Es como si fuera todo mi cuerpo el que se funde en un baile de letras y cualquier parte de él, la garganta, el estómago, los pies, mandara una corriente al hombro, al brazo, a la mano y esta captase todas las sutilezas de esos impulsos y las depositara en un orden especial y único sobre la página.

Los textos que se producen (y digo bien «se producen» porque es como si yo, o al menos mi cerebro, no tuviéramos mucho que ver con ello) tienen una musicalidad muy diferente a cuando escribo sobre el teclado, la textura de las palabras, cómo se enlazan unas con otras, hay una mayor riqueza de matices cuando escribo a mano, intervienen el aroma y el tacto.

No sé si tú que me lees, lo percibes… La Natalia correctora sonríe mientras sus dedos picotean sobre el teclado y tal vez tú también sonrías tras esa pantalla mientras lo lees; tres tiempos, tres soportes: la mano, el teclado, la pantalla…

En cambio cuando escribo sobre el teclado, yo misma me interrumpo constantemente; sin darme cuenta vuelvo sobre mis pasos, corrijo, modifico, busco información adicional y no logro bailar con el texto, no logro seguir el ritmo de mis palabras. De repente me encuentro sola, tratando de colgar de forma artificial unos significados al lado de otros.

Soy una persona bastante técnica y, de hecho, no suelo escribir sobre papel, sino sobre una pantalla en blanco (o más bien amarillo crema como se ve en la imagen) de mi móvil, ya que así puedo archivar cada nota, cada capítulo en su lugar y aprovechar la tecnología.

[piopialo vcboxed=»1″]Para crear, utilizo la escritura manual, para pulir el teclado.[/piopialo]

En esa combinación he encontrado el máximo aprovechamiento y disfrute de cada una de las formas de escribir.

Como dice una persona muy querida, elegir es renunciar, entonces, ¿por qué limitarnos? Cuantos más soportes seamos capaces de utilizar, mejor, por algo muchos poetas pintan y cantan, que se lo digan a Serrat, que compone a pincel, a lápiz, a voz y a sueños.

Es como la diferencia entre caminar por el monte, haciendo poco ruido, observando el conejo que salta detrás de un matorral, escuchando el trino de ese pájaro que está posado sobre una rama y sintiendo cómo la brisa se cuela en el espacio que hay entre la mejilla y el jersey… o ir por ese mismo camino en moto y con el casco puesto.

Es como la diferencia entre sentarse a dibujar una catedral gótica, palpando el espacio que enmarcan las columnas, acariciando la textura de la piedra con la mirada… o hacerlo con el Autocad, y no por ello pienso que los arquitectos no deban utilizarlo.

Es como la diferencia que uno siente al acariciar la piel de otro con la propia, ese lugar preciso en que las dos texturas tibias se juntan e intercambian átomos en el roce, la energía que acompaña ese movimiento, el ligero temblor al percibir el estremecimiento del otro, el aroma del deseo… o un polvo virtual, aunque ambas situaciones terminen con un orgasmo.

No todo en la vida tienen que ver con el fin, ni siquiera con el medio, sino con el puro placer, el gozo de la creación, la música de la vida.

En una era en la que la creatividad es una pieza fundamental en el futuro profesional de las personas, yo no dejaría a los chavales sin esa herramienta que favorece la motricidad y conecta diferentes áreas del cerebro. No me gustaría privar a mis hijos de la capacidad de disfrutar del proceso.

8 Comentarios

  1. Mmonyer

    De acuerdo con Natalia y sin que sirva de precedente… Frente a E.Dans
    Mientras mas soportes e idiomas
    MEJOR!!
    La mente mas abierta!!!
    Obviamente

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Ja, ja, ja… Creo que te he visto escribir a mano muy poquitas veces…

      Un abrazo,

      Natalia

      Responder
  2. Isabel

    Como siempre leerte es un placer, tus comentarios tan coherentes, parece fácil 😉 a ver si conseguimos transmitir esa coherencia a todos los ámbitos de nuestra vida y sobretodo a la educación de nuestros hijos. Muchos besos guapa!

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  3. Animal de Fondo

    Querida Natalia, te contaré un truquito que me fue muy útil en la juventud; más tarde, uno suele ser menos explosivo y no le hace tanta falta. Pues bien, razoné que si los pensamientos y emociones que sentimos alteran evidentemente nuestra letra podría ser que sucediese algo parecido a la inversa. Así, cuando me sentía desbordado por mis emociones, me aplicaba a elaborar parrafadas en letra redondilla lenta y calmada, lo más regular que podía. Sea sensato o no, el caso es que me sirvió muchas veces para recobrar la serenidad.
    Abrazos.

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    • Natalia

      ¡Qué interesante!

      No me extraña nada lo que dices, debe ser como trabajar con la respiración…

      Lo probaré 🙂

      Un abrazo,

      Natalia

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  4. Ricardo

    Genial tu análisis!
    Quizás el cambio trata de cambiar el soporte utilizado para tomar notas, evitando así el uso del papel… A mi parecer el cambio debería consistir no tanto en cambiar el boli por el teclado sino mas bien en utilizar dispositivos y herramientas que permitan tomar notas que a su vez sean factibles de convertir digitalmente (véase sistemas OCR). Actualmente ya existen productos que realizan esta función.
    En cualquier caso, dada la situación del mundo educativo y el avance tecnológico, considero que es un tema que merece la pena debatir.
    Gracias Natalia.

    Responder
  5. Héctor

    Hola Natalia:

    Me parece muy aguda tu visión de las sensaciones que se percibe al escribir en papel. Sí, como dices, el fin constituye el mismo (tomar apuntes, redactar…) pero el medio es diferente, y la percepción interior que tenemos de cada uno de ellos, también. Quizás si nunca hubiéramos escrito a mano no lo notaríamos. Podríamos compararlo a leer en papel o en ipad. También destacaría que en nuestra escritura en un folio transmitimos nuestra impronta, nuestra singularidad en la grafía de cada letra. En definitiva, una parte de nuestra persona. En cambio, ante un teclado esa diferencia en el continente desaparece. Únicamente queda la del contenido. Por tanto, coincido en defender, como mínimo, la diferencia de sensaciones entre ambas y el placer, o la musicalidad, de redactar a mano. Saludos

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  6. vir

    Hola Natalia,
    yo tambien he visto ese artículo y me ha hecho un poco de daño. Comparto todo lo que dices y te entiendo perfectamente. En mi caso, cuando estoy bloqueada escribiendo tengo tres opciones: meditar, salir a correr para que las palabras se ordenen a ritmo de zancadas, o escribir a mano. Dependiendo de mi ánimo y del tiempo que disponga elijo una de las tres. Con la última, con la escritura a mano, la fusión con mi ser es total. Me olvido de mí y las letras cogen las riendas y me llevan a través de la hoja. Me desbloqueo. Estoy escribiendo un libro sobre este tema, así que este artículo y las referencias que mencionas me son muy útiles. Me ha encantado. Un abrazo. Vir

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