Cuando la muerte es amable

Cuando la muerte es amable

Fuente: http://psikograficos.blogspot.com.es/

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Me he encontrado pensando en lo agradable que fue la incineración de mi (ex)suegro y me he sorprendido. Parecería que las palabras muerte y agradable no combinaran aunque no es necesario ser filósofo para darse cuenta de que la muerte forma parte de la vida, es indivisible de ella y significa renovación, con observar el paso del tiempo en la naturaleza, cómo las hojas y las flores muertas abonan los frutos nuevos queda patente.

La muerte, así como la vida, puede ser sorprendente, trágica, ridícula, injusta, cruel o, como en este caso, amable.

Amable porque llegó mientras dormía, a una edad avanzada, sin un deterioro excesivo (ni en forma ni en tiempo), y amable, desde mi punto de vista egoísta, porque me dio la oportunidad de abrazar a mi (ex)familia política, que siguen siendo parte de mí.

En los entierros o funerales nos vemos con personas que han formado, en mayor o menor medida, parte de nuestra vida, nos han enseñado, ayudado, querido, o tal vez odiado, son (o fueron) parte activa en nuestra interacción con el mundo, vemos en ellos el reflejo de antiguos prejuicios y otros que se mantienen escondidos, representan aquello que nos ha influido del mundo exterior… Es un placer observar todo eso, ver los cambios físicos de nuestras ideas, de nuestras formas de pensar.

En los actos fúnebres se produce una comunión con la muerte, una conexión con el tiempo, con el pasado, pero también con el futuro, ese futuro cierto hacia el que todos, afortunadamente, vamos caminando.

Es un momento en el que uno es plenamente consciente de su muerte próxima, y de los soportes que se necesitan con el paso del tiempo: gafas, dinero, alcohol, viagra, bastón, admiración… (Cada uno puede rellenar los puntos suspensivos (o los comentarios) con los soportes que necesita). Tal vez uno deja este mundo cuando ya no le sirven los soportes.

Para paliar esas muletas necesarias, el paso del tiempo también nos da alas:

Con los años tenemos más conocimiento: un material precioso para combinar y crear.

La libertad para mirar el mundo desde un ángulo propio.

Las neuronas combaten ferozmente para hacer nuevas conexiones en vez de pasar por caminos trillados.

Los minutos pasan y se va la compulsión de opinar de todo y de intentar ser los directores generales del mundo.

[piopialo vcboxed=»1″]Uno se hace mayor cuando es consciente de que no necesita “hacer” nada con su vida, solo ser.[/piopialo]

Uno se va cuando no le quedan fuerzas para mover las alas, o las piernas, y quiere seguir sintiéndose libre. Tal vez por eso en los entierros se sienten ganas de vivir a mordiscos, a saltos y a abrazos y, según lo estás sintiendo, tienes en tus brazos a aquella señora que hacía siglos que no veías, ¿era Rosa o Toñi?, recuerdas el día que fuiste con los niños a su casa en la sierra y conectas con aquella otra vida que antes era la tuya y percibes el movimiento de rotación que se ha producido, se trata de un nuevo punto de vista: de eso va la vida, de explorar lo desconocido, y cuando está «ella» cerca, te das cuenta de que tu punto de vista se ha enriquecido, ha sumado otras experiencias, personas, libros…

Son momentos potentes de conexión, los entierros, de tristeza y de alegría, de separarse y también de compartir. De mirar atrás, pero también de mirar hacia delante, a ese lugar al que todos llegaremos, ese lugar donde no hay autoengaño posible (que se lo digan a Ivan Illich), aunque los demás solo hablen de aquello que más entrañable les resultaba.

Descansa en paz, Pepe, gracias por todo el roce y el cariño, y gracias por regalarme, de despedida, una visión amable de lo que es un rito fúnebre, una ocasión de compartir.

[piopialo vcboxed=»1″]Nuestra venganza, en el fondo, es que cuando morimos nosotros, nuestra muerte se muere con nosotros, no matará a nadie más. Saramago[/piopialo]

 

 

2 Comentarios

  1. Venancio García

    ¡Mucha gracias por este texto, Natalia!

    El dolor camina a nuestro lado, y en algunos momentos de nuestra vida se cruza en nuestro andar y nos produce, a veces dolor, a veces sufrimiento, a veces reflexión, y a veces, todo a la vez. De nosotros depende que esto dure o se diluya como la sal en el agua, dejándonos un poso en el corazón, y a partir de ahí, crecer (una vez más) y saborear el recuerdo de quien nos dejó, no porque nos dejara, sino porque nos acompañó en un instante de nuestra vida y nos hizo crecer y ser mejores.

    Un fuerte abrazo.

    Venancio García

    Responder
  2. Saul

    Natalia, si la muerte siempre nos hace reflexionar en el bien y en el mal, en el tiempo pasado y el futuro, en el amor y el odio, y muchos rencores y bienaventurazas o dichas.

    Solo quiero comentar que como mexicano vivimos con una concienca diferente de lo que es la muerte, por las tradiciones y costumbres, y pareciera que no nos afecta, es como pasar de un «universo» a otro, y como Cristiano también es ese cambio fácil, de vida a muerte, pero siempre nos duele. y nos duele no por los que se van, sino por los que quedan, por ese duelo que debemos vivir y muchas veces encontrar perdón, que debemos hacer extensive a otros vivos.

    Deseo que Dios les de consuelo para los dolientes.

    un abrazo.

    Responder

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