¿Es “malo” que se destruyan los empleos?

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¿Es “malo” que se destruyan los empleos?

Cada vez que escucho en las noticias que los taxistas protestan por Uber y Cabiby pienso: «Pobres, si sus empleos YA han desaparecido, les quedan unos años…»

El de ambos: el del conductor de taxi y el de Cabify. Buscar otro sector, como la mayoría de nosotros, sería una buena alternativa para seguir adelante. O mejor todavía, conseguir que les den las primeras licencias de taxis autoconducidos, para que el coche haga el trabajo por ellos. Así, aunque pierdan el empleo, no perderían el ingreso.

En realidad, el tema va de ingresos, no de empleos. ¿O no?

Los coches auto-conducidos terminarán con el trabajo de cualquiera que se gane la vida detrás de un volante, las máquinas aplicadas a la medicina con los de aquellos que se la ganan diagnosticando, las que evalúan casos jurídicos con los abogados. Y así sucesivamente.

Todos ellos van a necesitar transformar su fuente de ingresos.

¿Y cuál es el problema?

Desde mi punto de vista hay dos: la desigualdad y el aburrimiento.

¿Qué hacemos con la desigualdad?

Se está probando en varios sitios (Europa, África, América…) el Salario Básico Universal, ya que una vez que no haya empleo para todos, o los desiguales por arriba buscan una solución o los desiguales por abajo harán una revolución.

No sé qué pasará finalmente con la marcha centroamericana que se encamina a la frontera sur de Estados Unidos, espero que se solucione con un poco de sensatez, aunque visto lo que sucede con los refugiados en Europa tengo serias dudas de que lo logremos.

El caso es que los expertos aseguran que riqueza hay de sobra como para darnos de comer a todos, bastaría con cambiar ceros de unas cuentas bancarias a otras.

Suena fácil, pero todos sabemos que no lo es. La humanidad lleva peleándose con ese asunto desde que es humanidad.

Y eso que la mayoría de aquellos a los que les sobran ceros ni lo notarían, podríamos incluso dejarles creer que sus ceros siguen allí, si total, nunca los van a poder utilizar todos…

Lo que es obvio es que, si las personas no tienen trabajo u otra fuente de ingresos, tampoco tendrán con qué comprar a los “propietarios” de los negocios (y los ceros) y se iría todo al garete. No creo que sean tan tontos como para perderlo todo. Es cierto que la estupidez humana es infinita, pero tal vez con la ayuda de la inteligencia artificial no lo sea tanto…

Y el aburrimiento ¿Cómo se gestiona?

¿Qué haremos con todas las horas sobrantes que ahora se emplean en trabajar?

La solución que esos “propietarios” han buscado para todos los demás la tenemos enfrente de la cara hace tiempo: anestesia en forma de pantalla.

Fútbol, noticias, relaciones, series, sexo…, sí, la mayoría de las veces todo eso nos viene de una pantalla.

Tratamos de matar el aburrimiento con ella, y funciona un rato, pero luego, por debajo se cuela la sensación de insatisfacción, y uno come, se droga… o lo que sea, y nos volvemos cada vez más neuróticos.

Si por fin nos podemos liberar del “ganarás el pan con el sudor de tu frente” ¿por qué la ausencia de trabajo no nos satisface tampoco?

He visto a muchos que decían: “Cuando me jubile…” Y llegaba ese día y más bien se apagaban. Para todo aquello que habían deseado les faltaba el ánimo, la voluntad, la motivación.

La motivación… ¿Esa de dónde viene?

Supongo que de la propia acción y que ahora cobra más que nunca importancia lo que cantaba Perales: ¿Y cómo es él (o ella)? ¿A qué dedica el tiempo libre?

Mira a qué dedicas el tiempo libre (si es que es tiempo y si es que es libre) y tendrás una foto muy clarita de tu futuro.

Estamos en el tránsito de la era del trabajo como jaula a la del post-empleo y no me cabe duda: lo echaremos de menos porque como dice Baudelaire «Trabajar es menos aburrido que divertirse».

No hay trabajo, ¿bailamos?

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