Una vida llena de historias parece tener más sentido

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Una vida llena de historias parece tener más sentido

Un estado de ánimo con “historia”, también parece tener más sentido

Hay infinitos factores que intervienen en un determinado estado de ánimo, pero las personas, lo que buscamos primero, es la historia. ¿Qué o quién lo ha “producido”? Como si fuera responsabilidad de una sola persona o acontecimiento.

En alguno de los talleres que imparto en empresas que quieren utilizar el storytelling en su comunicación, hago el experimento que Heider y Simmel hicieron en 1944. Voy a hacerlo contigo “en vivo y en directo”.

Mire el siguiente vídeo y piensa o escribe en los comentarios (antes de seguir leyendo) lo que ves, o cómo interpretas el vídeo:

En las numerosas ocasiones en que he hecho el experimento, me he encontrado con respuestas de lo más variopintas, pero la mayoría contaban pequeñas historias de abuso, o de trabajo en equipo, o de niños jugando o de autoridad enfadada…

No importa mucho lo que hayas “inventado” o lo que te “haya sugerido” el vídeo, pero sí es importante que sepas que solo el 5% de las personas dijeron: “figuras geométricas moviéndose por un plano”.

Muchos expertos defienden que el arte de contar historias es un rasgo de supervivencia, otros llegan incluso a decir que las historias y mitos comunes son los que han llevado al homo sapiens a lo más alto de la cadena alimenticia. Otros sostienen que el ser humano aguanta todo si su vida tiene sentido

El sentido depende (en gran medida) de la historia que cada uno se cuenta en las distintas esferas de la vida:

  • Universal (creencias, religión…)
  • Mundial (nacionalidad, economía…)
  • Tribal (amistades, fútbol…)
  • Familiar (parentescos, relaciones…)
  • Personal (genes, vivencias…)
  • De los estados de ánimo.

Las historias llegan de lo macro a lo micro. Uno ríe eufórico o vaga melancólico por las equinas e inmediatamente le busca la historia al asunto: “Es que fulanit@ está muy pesad@” o “Menganito@ me tiene preocupad@”:

[piopialo vcboxed=»1″]Un estado de ánimo con “historia” parece tener más envergadura[/piopialo]

Pero no tenemos en cuenta todas las de esferas superiores que hemos visto antes y que nos afectan a la hora de «elegir historias».

También influyen el cambio de estación anual o vital, los ciclos hormonales, la alimentación, el sueño, el ejercicio… Todas esas cosas no parecen tener importancia frente a “LA HISTORIA” que hemos adjudicado a ese estado de ánimo. Además, el relato nos sirve para compartirlo, chismorrear, compararnos, etc.

Pero ¡ojo! Hay historias que nos contamos que son peligrosas

Nos sucede una nadería:

  • No nos sentimos a gusto en una presentación o reunión
  • Alguien nos mira de una forma que nos parece rara
  • Creemos que aquellos de allí hablan de nosotros…

…y le “inventamos” a la situación una historia que nos produce vergüenza o inseguridad. Luego vuelve a suceder algo parecido y volvemos a ponerle una etiqueta y consolidamos determinados miedos o ansiedades.

[piopialo vcboxed=»1″]Uno es más lanzado o más prudente en función de las historias que se cuenta.[/piopialo]

El lanzado, explica los zarandeos del viaje con nuevas historias. El que se queda, también.

Nos explicamos a través de las historias: las aprendidas, las vividas, las actuadas, las contadas y las soñadas.

Y son estupendas, el problema es que nos las creemos.

Si estás preocupad@ por algún tema, ¡cuenta la historia! y, una vez que la hayas contado (o escrito o pensado) mírala desde fuera y trata de verla como una película. En el momento en el que se reproduzca la situación o el miedo, piensa: “Es una película, no es real”.

Pues la vida, en cierto modo, tampoco lo es, al menos no exactamente como nos la contamos. Tenemos un punto de vista tan limitado…

Conocemos una parte ínfima de lo que nos sucede. Como decían mis vecinos los Nikis, no sabemos: Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, si estamos solos en la Galaxia, o acompañados…

Tampoco sabemos lo que piensan los demás, ni cuánto nos afectan las hormonas, las bacterias…

Aceptémoslo: nos faltan variables, así que. como «es una película», vamos a relajarnos y a ver cómo sigue la historia, porque como dijo aquel:

[piopialo vcboxed=»1″]Si el final no es feliz, es que tal vez no es el final[/piopialo]

Puedes seguir probando finales hasta que des con alguno que te guste más. Yo lo hago con mis novelas ????

Y entre historia e historia, te dejo un link para ayudarte a contarlas de forma memorable y así, en el área laboral, e incluso en el personal, puedas dominar esta gran técnica, cómo presentarte con claridad, cómo exponer de forma que te diferencie del resto es el taller online tu Elevator Pitch

¡Hasta otra historia!

6 Comentarios

  1. divas bcn

    Excelente artículo. Gracias por compartirlo y sigue adelante!!

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Muchas gracias.
      Qué gusto recibir mensajes así 🙂
      Un fuerte abrazo

      Responder
  2. RUTILIO mendoza

    Excelente tu comentario Natalia,particularmente me encanta colocarle algo de humor a las historias.muchas gracias

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Hola Rutilio,
      El factor humor es una herramienta más para acercarnos a nuestra audiencia en el desarrollo de una historia.
      Ameniza y conectas con tu audiencia.
      Gracias por tu comentario Rutilio.
      Abrazo.
      Natalia

      Responder
  3. MartaSexyModel

    Me ha encantado este artículo. Como decían antiguamente uno es también lo que vive y como lo cuenta.

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  4. Maria Angela

    Hola Natalia, me encantan tus historias y tu forma de ver la vida. Tus comentarios. Me animan y me son muy útiles, pues me dan una especie de subidón moral. Gracias.
    Un abrazo.

    Responder

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