Los «incidentes» siempre tienen moraleja, ¡este tiene 3!

Los «incidentes» siempre tienen moraleja, ¡este tiene 3!

El otro día, mi sobrino se quedó “colgado” en un acantilado a 20 metros del duro suelo, en un terreno al que te agarrabas y se deshacía.

Aquí os pongo la noticia con el desenlace:

Rescatan en Xàbia a un joven atrapado a 20 metros de altura en la cala del Francés

 

Está bien contado y es bastante preciso ese punto de vista externo y supuestamente objetivo que sale en los medios y del que todos somos consumidores, lo queramos o no.

Pero no siempre nos damos cuenta de que a ese punto de vista, se le superponen (o underponen :)) muchos otros. Os voy a contar alguno de ellos en esta pequeña historia.

Nos situamos:

Una tarde de verano en un Mediterráneo rocoso y turquesa; estamos tirados, leyendo, nadando…

Un sobrino que dice: me voy a escalar un rato.

El sol se refleja en el agua, hay pececillos entre las rocas.

– Mira qué bien, Jaime, ahí arriba meditando.

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¿A que parece tranquilito y agusto? Eso pensábamos nosotros y seguimos a lo nuestro. Me ahorro los detalles estivales, simplemente pasaron los minutos escurriéndose sobre la piel salada.

– Yo me estoy poniendo nerviosa con Jaime ahí arriba sentado. ¿No le pasará algo?

Su prima se levantó.

– Voy a ver…

Asistimos a un diálogo lejano que nos habría gustado escuchar de cerca.

Volvió con las rodillas cortadas.

– ¡Ay! Me he hecho daño, es que se caen las rocas. Dice que necesita ayuda… y lo ha dicho muy serio.

Yo pedí una cuerda (encontraron un cabo de unos 6 metros) y me puse a trepar por detrás, a ver si podía llegar cerca de él. Me salió mi faceta de acción como escape a la tensión de la espera.

Subiendo por la montaña, me di cuenta del peligro que corría mi sobrino, la roca se deshacía entre los dedos y uno se escurría hacia abajo, en donde estaba él, podía caerse los 20 metros hacia abajo.

En la playa, mi hermana llamaba al 112 y enseguida llegaron los chicos de la Cruz Roja, la policía, la guardia civil y, finalmente, los bomberos, a los que todos esperaban, porque todos sabían que la acción no la tenía que tomar una “tía loca”, sino los que saben qué hacer y tienen los medios.

¡Qué gusto ver trabajar a profesionales eficaces y bien coordinados!

Tanto los que aseguraban la vía para que llegaran lo antes posible, como los que se ocupaban de “solicitar” el acceso a la propiedad privada.

Desde mi punto de vista, yo había llegado arriba y esperaba ayuda porque mi cuerdita no me servía de gran cosa, había hablado con mi sobrino que estaba quieto y tranquilo, los de la Cruz Roja treparon por un lateral con ligereza de veinteañeros entrenados, la policía llegó por la carretera, guiando a los bomberos que se descolgaron con una cuerda de 30 metros y un arnés de repuesto.

Dejamos de ver a Jaime porque nos tuvimos que apartar para dejarles trabajar.

Pasaron unos segundos de silencio interminables cuando sonó el aplauso de las personas que se habían quedado en la playa para ver el desenlace. Me gustó que con esa muestra de alegría de los de abajo, hizo que los de arriba nos enteráramos de que todo iba bien.

Luego, al tener tiempo de mascar el suceso con muchos de los que habían participado, supe que toda la playita comentaba, aparecieron los bomberos en un lateral, la gente les indicaba hacia dónde ir, por fin llegaron arriba, el bombero se fue descolgando por el barranco despacio, haciendo rappel, pendiente solo del chaval y de sus pies (esto es recreación literaria porque con el bombero -sic- no tuve ocasión de platicar; he de decir también, que nuestros efectivos son todos muy atractivos). Llegó hasta él y le ayudó a colocarse el arnés. Sujetó el mosquetón a la cuerda y empezaron a subir trepando. Todos aplaudieron de alegría.

Cuando mi sobrino apareció sobre la loma, nos dimos un abrazo prieto. Los policías suavizaron el momento con comentarios que tenían un punto de afecto y de humor. Fue todo tranquilo. No sé qué pensarían ellos, pero supongo que habrán visto de todo y, al fin y al cabo, son personas; uno de los chicos de la Cruz Roja tenía todo el lateral del cuerpo lleno de costras y cuando alguien le preguntó cómo había sido, dijo señalando a mi sobrino: «haciendo el cabra, como éste».

Llegamos a donde estaban los dueños de la finca con otros policías y la ambulancia y, la señora, lo primero que me dijo fue:

– Recuerden que ESTO es propiedad privada.

Pensé: “La próxima vez que un sobrino mío esté a punto de matarse, le pediré que antes vaya al registro de la propiedad, a ver si ese terreno es de alguien y puede hacerlo”.

Intenté no reaccionar, simplemente seguí caminando impasible con mi cuerda ridícula colgando del biquini (¡qué difícil es mantener una postura digna con poca ropa a partir de una edad…, pero lo intenté).

La señora añadió algo, no sé si es que mi cara no fue todo lo impasible que me creo:

– Bueno, el niño está bien, ¿no?, que es lo importante.

Como por arte de magia, mi hermana había aparecido allí arriba entre bomberos y policías. Nos abrazó a los dos y llamamos a mi hija, mi sobrina y mi cuñado que habían ido a por el coche para recogernos y esperaban con cierta tensión la llamada.

– Todo bien. Ya está aquí. Nos lleva la policía.

Más tarde, entre risas y lágrimas, nos contaron su punto de vista, y también tratamos de sonsacar al protagonista, pero es hombre de pocas palabras. Algo dijo sobre la vergüenza de liarla parda y ser el centro de atención, también que, en el momento en que empezó a ver a los profesionales en acción, se quedó muy tranquilo porque sabía que si no se movía hasta que llegaran, estaría bien, y también comentó que, en un momento dado, el mosquetón estaba fuera de la cuerda. Él lo abrochó y siguió escalando.

Según íbamos en el coche de la policía, llamaron de casa:

– ¿Dónde estáis?, que se enfrían las pizzas…

– Es que ha habido un incidente, ahora os contamos.

Moralejas:

1.

En situaciones críticas,

no hagas el gil trepado por la montaña,

deja que los profesionales se ocupen del asunto…

pero nunca bajes la guardia y sigue atento.

2.

Hay ocasiones en las que lo mejor, mejor, mejor, que puedes hacer,

es estarte muy quieto.

3.

Los puntos de vista de los demás, enriquecen tu visión, tómate el tiempo de escucharlos.

3 Comentarios

  1. Ana Medina

    Natalia, gran crónica. Gracias a ti nos enteramos de lo que pasó con detalles. Como bien dices el protagonistas parco en palabras y no hemos conseguido sacarle mucho los murcianos.

    Un abrazo para todos

    Juanjo y Ana

    Responder
    • Natalia Gomez del Pozuelo

      Ja, ja, ja…

      Un abrazo enorme,

      Natalia

      Responder

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