Los seres humanos somos adictos a las historias

Los seres humanos somos adictos a las historias

El otro día, paseando por el hayedo de Montejo vi un Roble enorme que atrapó mi atención de forma poderosa, más que un árbol parecía un macho cabrío, orgulloso, recio, con un gran tronco desprovisto de ramas; un varón, varón. Me quedé mirándolo desde mi lado del río, la barrera de agua parecía insalvable y nos mantenía a una prudente distancia, aunque el Jarama por allí es pequeño y poco matón. Cuando conseguí apartar la mirada, seguí caminando y me encontré con un Haya, tal vez por contraposición al Roble me pareció una “chica”, alegre y protectora, tranquila, luminosa; bajo su frondosa copa había una roca plana muy apetecible y me senté a disfrutar de su sombra. Pensé en el Roble, no sé si alcanzaban a verse el uno a la otra, pero harían buena pareja, tal vez las ramas altas del Haya vieran el tronco pelado y gris plata del Roble y suspiraran porque les gustaría tenerle más cerca. ¿o era él el que suspiraba?…

¿Os habéis fijado cómo en un simple paseo por el bosque sale mi yo más “cuentero”? Sin buscarlo… Y eso es, sencillamente, porque los humanos somos adictos a las historias, hasta cuando ponemos nuestro cuerpo a descansar, nuestra mente las sigue inventando; cualquier ocasión es buena para una historia. ¿Por qué nos sucede eso?

Por un lado, porque tenemos lo que llaman neuronas espejo y somos capaces de sentir lo que le pasa a otra persona como si nos estuviera ocurriendo a nosotros. De hecho, desde muy chiquitines (se ha constatado que sucede tras solo dos horas de vida) desarrollamos la capacidad de imitar como resultado de esas neuronas tan especiales.

Mirad este vídeo:

Pero no solo las personas tenemos neuronas espejo e imitamos lo que vemos en nuestro entorno, mirad un minutillo del siguiente vídeo:

El hecho de poder seguir una historia como si nos sucediera a nosotros hace que para los seres humanos sean un “simulador de vida” en el que practicar diferentes situaciones vitales sin los riesgos asociados. Por esos hay tesis científicas que defienden que son un rasgo evolutivo, es decir, que nos hacen falta para sobrevivir como especie, o al menos eso explica un libro que os quiero recomendar:

The Storytelling animal de Jonathan Gottschall

Está disponible solo en inglés pero los que podáis leerlo, os lo recomiendo, es excelente ya que desde la primera letra hasta la última, predica con el ejemplo, el libro es una pura historia aunque sea un ensayo. Es absolútamente eficaz en atrapar al lector una y otra vez por más que uno se concentre en no “irse detrás”, solo por esto, como ejemplo, es impagable.

Como dice Gottschal las historias…

…son un juego cognitivo…

también facilitadoras de sexo… (¿quién no conoce al piquito de oro que se l@s lleva a tod@s de calle?),

son un “parque de juegos” para la mente

y una gran fuente de información y aprendizaje.

Las historias nos deleitan para instruirnos. Aprendemos sobre la cultura y la psicología humana sin tener que vivir las cosas en primera persona.

¿O serán un pegamento social alrededor de valores comunes?

Todo esto lo explica Gottschal en su libro.

Sea por lo que sea, en la actualidad, cuando la atracción de los lectores es una de las claves fundamentales del marketing, el tener la capacidad de contar las cosas en formato historia es una de las habilidades más necesarias a nivel profesional.

Por eso he creado el taller online tu Pitch, tu Historia, para ayudar a las personas a desempolvar sus historias y saber cómo contarlas para que los encuentros (reales o virtuales) se conviertan en puertas que se abren.

Os animo a adentraros en el fascinante mundo de las historia.

 

 

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