No hay solución, solo es un paseo

No hay solución, solo es un paseo

Hoy quiero escribir a los hombres, en realidad quiero “comunicarme” con ellos, porque con las mujeres lo hago constantemente; esos hombres parcos en palabras hasta que se sueltan, esos hombres que tratan de hacerse los gallitos (o los tímidos, o los antipáticos, o los encantadores, o los desentendidos, o los sumisos…) hacia fuera para no mirar dentro.

¿Pero qué es eso de mirar hacia dentro de lo que hablan todos?

A veces miran y no ven nada o buscan la solución a problemas que no la tienen porque ni siquiera son problemas, pero aún así, sienten que deben encontrar una solución porque eso va a demostrar su valor.

Pero ese hombre no necesitaría  demostrar su valor porque no lo tiene, porque es exactamente el mismo  que el de un indigente, un letrado o un carpintero. El ansia de demostrar ese valor que no tenemos ni importa que tengamos, es lo que nos hace vivir con una desazón permanente que nos lleva a dar vueltas en una noria atados al dinero, al deseo, al alcohol, a Manuela la de las caderas anchas o a tomar el café en el mismo bar cada mañana.

Caminar por el mundo sin nada que mostrar es eso tan sencillo que todos buscan sin encontrar.

No es necesaria una solución, para encontrar eso que todos buscan solo hay que salir a pasear. Cuando atraviesas el aire con tus mejillas y tocas la niebla con la punta de los dedos no hay más que eso: el paseo.

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3 Comentarios

  1. Ferdinandus, d.s.

    Disculpe la intromisión. Sigo su blog habitualmente, así que, antes que nada, felicitarla y agradecerle que comparta con nosotros sus ideas.
    Respecto a este último post: demasiado blanco/negro. Los hombres nunca entenderemos del todo a las mujeres y me temo que el desencuentro funciona en ambas direcciones.
    No recuerdo el pueblo, pero tiempo ha, en alguna clase de etnología, me hablaron de una tribu norteamericana que creía que al hombre lo había creado el Sol y a la mujer la Luna, y que, aunque podían vivir juntos e incluso aparearse, eran dos animales de razas distintas. Benditos salvajes!
    Lo de dejar un comentario ha sido como una imposición del azar. Casi al tiempo que leía su entrada me encontraba con un artículo del número 7 de la revista Orsai titulado, nada menos que “¿Para qué sirve un varón?”. Es curioso; tampoco aclara mucho pero tiene cierto aire de complemento.
    Si le apeteciera, puede entrar en
    http://issuu.com/revista_orsai/docs/orsai_n7/56
    e ir a la página 32.
    En cualquier caso, felicidades y gracias de nuevo su blog.

    Responder
    • nataliagomezdelpozuelo

      Gracias por tu comentario Ferdinandus, y comentar desde aquí, que en el artículo no me he debido expresar bien, porque cuando digo que el hombre no tiene valor, quiero decir que la mujer tampoco, y que eso significa que ambos tienen todo el valor del mundo (en sentido literal), al igual que una flor, un pájaro o un carpintero. Si el pájaro es carpintero, eso tiene valor doble 🙂

      Me parece que he dado en algún punto sensible de algo (el concepto de valor que tienen las personas) porque algunos me han escrito «enfadados» en privado.

      Saludos a todos esos hombres maravillosos y sin valor, y con todo el valor del mundo que no hace falta que demuestren. Nosotras tampoco.

      Responder
  2. yvanconejero

    Buenos días Natalia, maravilloso artículo. El valor solamente podrá ser demostrado o encontrado si nos conocemos bien; la mayoría de las personas aún no nos conocemos, ni sabemos quiénes somos y menos, hacia donde vamos. La confianza y la seguridad en uno mismo sacará a relucir «algo» que nos impulsará hacia el exterior. Por lo demás… hay hombres, y hombres… al igual que mujeres.

    Gracias por compartir Natalia, feliz semana!!

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