Por qué nos avergüenzan los nervios al hablar en público

Por qué nos avergüenzan los nervios al hablar en público

Si uno es celíaco, no tiene inconveniente en contar a los demás que lo es, en cambio, si siente inseguridad a la hora de exponer o de hablar en público, tratará, por todos los medios, de ocultarlo.

¿Por qué odiamos que se nos noten los nervios cuando la mayoría los padecen?

He tenido la oportunidad de ayudar a cientos de personas a comunicarse con seguridad y confianza tanto en los cursos que imparto en las empresas como a través de mi método online AME comunicar o de entrenamientos personales y, algo que me ha llamado mucho la atención en estos 10 años que llevo formando, es que, en la mayoría de los casos, venían a buscar mi ayuda a escondidas: de sus parejas, de sus jefes, de sus compañeros…

No nos gusta que los demás se den cuenta de que nos tiembla la voz, o las manos, o que nos oprime el pecho o se nos nubla la mente y no recordamos lo que íbamos a decir.

En realidad, es el propio miedo el que también nos hace ocultarlo: tememos mostrar debilidad ya que creemos que eso nos hace más vulnerables; no entendemos que es precisamente al contrario: la vulnerabilidad nos hace más fuertes.

Veamos cómo lo explica Brené Brown en El poder de la vulnerabilidad:

La vulnerabilidad es la que nos ha llevado a los seres humanos a inventar herramientas y cooperar, está en la base de nuestra especie y en concreto en el tema de la comunicación también nos fortalece: yo he sido testigo durante todos estos años de cómo las personas que inicialmente lo pasaban mal al exponer, llegaban a ser excelentes comunicadores, mejores incluso que los que tenían más facilidad, porque ellos se lo tomaban muy en serio y:

  • Buscaron un experto que les guiara
  • Leyeron artículos y vieron vídeos que les ayudaron a profundizar en el tema
  • Se formaron
  • Se prepararon a conciencia
  • Ensayaron
  • Analizaron sus intervenciones posteriormente
  • Extrajeron aprendizajes
  • Y siguen practicando

Exactamente lo mismo que hace cualquier gran deportista, científico o profesional de éxito y de lo que se sienten muy orgullosos.

La persona que ha realizado ese trabajo, en el momento en el que deja atrás los nervios y se suelta, lleva consigo toda la metodología aprendida en los momentos difíciles y logra progresar hacia la excelencia.

¿Por qué ocultarlo entonces cuando, en realidad, es un signo de fortaleza?

En la mayoría de los casos, además, lo paga el individuo (me perdonaréis que no diga “individua”), es decir, no le pide a la empresa que se lo financie porque le da vergüenza decirlo en recursos humanos.

Por eso hago un llamamiento a los responsables en formación: antes de proponer un curso de hablar en público, conviene ofrecer a nuestros empleados uno para superar los nervios que sienten al hablar y el miedo escénico.

Una de cada 3 personas lo pasa fatal al tomar la palabra; ¿Por qué cerrar los ojos a una situación que provoca un enorme sufrimiento?

Volvemos a lo mismo: porque las personas lo esconden.

Y lo hacen porque en muchos de los casos, el que lo padece tienen un alto grado de autoexigencia y, por tanto, no se pueden permitir tener lo que se considera “un fallo”, no sé bien por qué no escondemos la fobia a las arañas, o a los ratones, y sí la fobia social, cuando se trata de un mecanismo de nuestro cerebro que requiere un ajuste a la realidad: el peligro no es real, pero sí lo es el miedo que sentimos.

Por tanto:

  • No te sientas mal por tener dificultades a la hora de hablar en público, le pasa al 34% de las personas.
  • ¡Dilo! A tu entorno, a recursos humanos, a tu pareja… Como si fueras celíaco. Ser especialmente sensible a la exposición pública es muy parecido a ser especialmente sensible al trigo. No te avergüences de ello, y además tiene cura: el 90% de las personas que deciden (y se ocupan) de superarlo, lo logran.
  • Busca ayuda y
  • Entrena en la dirección adecuada.

En la era de la comunicación la naturalidad es la clave, hasta para reconocer lo que consideramos debilidades y que no son sino obstáculos que nos impulsan y nos ayudan a progresar.

 

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